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Cómo transformar tus creencias y cambiar tu vida

¿Sientes que, por más que lo intentas, algo dentro de ti sigue repitiendo los mismos patrones una y otra vez? Puede que estés esforzándote por avanzar, pero hay una fuerza invisible que te frena. Esa fuerza tiene un nombre: creencias inconscientes.

Muchas de nuestras decisiones, relaciones y emociones están moldeadas por ideas profundamente arraigadas que se formaron en la infancia. Son como raíces que sostienen nuestra manera de ver el mundo. Algunas de esas creencias nos ayudan a crecer… y otras nos limitan.

¿Qué son las creencias limitantes?

Las creencias limitantes son pensamientos repetitivos que actúan como verdades internas. Algunas ni siquiera son nuestras: vienen de nuestra familia, del entorno, de lo que vimos y aprendimos de niños. Por ejemplo:

  • “No soy suficiente.”

  • “No merezco que me amen.”

  • “Siempre repito los mismos errores.”

  • “Si cambio, voy a decepcionar a los demás.”

Estas creencias condicionan cómo reaccionas ante la vida, qué te permites sentir, hasta dónde te atreves a soñar… y lo que crees que mereces.

Tipos de creencias que pueden estar afectándote

  • De posibilidad: “Eso no es para mí”, “No podría hacerlo jamás”.

  • De capacidad: “No soy lo bastante bueno”, “No sé cómo hacerlo”.

  • De merecimiento: “No me he ganado el derecho a ser feliz”.

  • De identidad: “Así soy yo y no puedo cambiar”.

  • Sobre el significado de las cosas: “Si no me llama, es porque no le importo”.

Estas creencias actúan como filtros. No vemos la realidad tal como es, sino como creemos que es.

¿Cómo se forma una creencia?

Desde muy pequeños, absorbemos frases, gestos, silencios y emociones de nuestro entorno familiar. Lo hacemos para pertenecer, para sentirnos amados, para sobrevivir emocionalmente.
A veces repetimos patrones que ni siquiera entendemos. ¿Por qué me cuesta tanto poner límites? ¿Por qué siempre termino en relaciones que me duelen?
La respuesta muchas veces está en lo que creíste que tenías que ser para ser querido o aceptado.

La sombra: lo que no queremos ver… pero nos dirige

¿Te ha pasado que algo en otra persona te molesta mucho, incluso si es algo pequeño? Es posible que ahí se esconda una parte de ti que no te permites expresar.
Esto se llama la sombra: todo aquello que reprimimos, negamos o juzgamos… y que sigue actuando en nuestra vida desde el inconsciente.

Un ejemplo: si creciste creyendo que “ser enojona” es algo malo, es probable que reprimas tu rabia. Pero esa energía buscará salida de alguna manera: a través del cuerpo, del silencio, o de un estallido inesperado.
Lo que negamos… nos controla. Lo que aceptamos… se transforma.

Ejercicio para comenzar a ver tu sombra

  1. Piensa en una actitud o comportamiento que te moleste mucho en otra persona.

  2. Pregúntate: ¿qué juicio estás haciendo? ¿Qué creencia hay detrás?

  3. ¿Cuándo en tu vida aprendiste que eso estaba mal?

  4. ¿Qué parte de ti se parece, aunque sea un poco, a eso que juzgas?

Hacerte estas preguntas no es para culparte. Es para liberar una parte de ti que necesita expresarse con conciencia.

Ser adulto emocional: elegir quién quieres ser

Convertirte en una persona adulta emocionalmente no significa que todo te salga perfecto. Significa que puedes observar lo que te detiene, cuestionarlo y elegir qué creencias quieres seguir alimentando.

Cambiar tu forma de pensar no es traicionar a tu familia. Es honrarla desde una nueva conciencia. Es decirle a tu historia: “Gracias por traerme hasta aquí… ahora yo elijo cómo seguir.”


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